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Serie Innovación para dummies: Innovar mola

Innovar es un concepto de moda.

Es cool.

Mola.

Desde todos lados se pide a las empresas que innoven, que es el único camino para seguir en el mercado.

La única apuesta de futuro.

Las grandes empresas lo tienen muy claro. Y, a pesar de la crisis, y del hundimiento de la financiación pública de la innovación han intentado mantener la inversión o reducirla lo menos posible.

Muchas pequeñas también. De hecho España lidera el ranking europeo del programa “Instrumento Pyme” de la Comisión Europea con propuestas presentadas y propuestas ganadas.

Pero a pesar de estos números, innovar está todavía muy lejos de ser una práctica extendida en la mayoría de las empresas de nuestro país. Según los datos del INE, en España existen apenas 11.000 empresas y unas 32.000 que han realizado algún proyecto de innovación.

Apenas el 0,4% de las empresas.

Muchos directivos se encuentran abrumados por el día a día y ven en la innovación la solución a todos sus males, pero no saben cómo ponerlo en marcha.

O en otro caso, las expectativas son tan grandes que los plazos y resultados no compensan.

Muchos compañeros han escrito artículos y libros absolutamente recomendables sobre innovación.

Imprescindibles muchos de ellos para entender lo que es innovar y cómo hacerlo.

Pero permítanme que en los próximos artículos haga un breve repaso desde otro punto de vista.

El del camino de madurez que recorre una empresa, normalmente pequeña y la cabeza del empresario en esto de la innovación.

Un enfoque más sencillo, antropocéntrico si quieren, basado en mi experiencia personal como asesor de innovación. Porque son las personas las que toman las decisiones sobre innovar o no y las que finalmente innovan, ejecutando los procesos y acciones necesarias.

Y a ellas debemos adaptar las herramientas y metodologías para que la innovación sea posible.

 

Innovación ¿sabemos de lo que hablamos?

Empecemos por el principio.

Existen diferentes definiciones de lo que es innovar.

Cualquier gurú que pretenda serlo o organismo internacional ha formulado la suya.

Algunas de ellas las puedes ver en el gráfico de abajo.

innovación para dummies

Ahora, vayamos al diccionario. Según la Real Academia Española de la Lengua, innovar es:

(Del lat. innovatĭo, -ōnis).

 1. f. Acción y efecto de innovar.

2. f. Creación o modificación de un producto, y su introducción en un mercado

Y finalmente, la definición más “oficial”. La que se refleja en la tercera edición del Manual de Oslo (OCDE, 2005):

Innovar es la introducción en el mercado de un nuevo o sustancialmente mejorado producto (bien o servicio), de un proceso, de un nuevo método de comercialización o de un nuevo método organizativo, en las prácticas internas de la empresa, en la organización del lugar de trabajo o en las relaciones exteriores.

Esta definición incluye las cuatro tipologías básicas de innovación:

–                 Producto (un nuevo coche, una nueva carta en el menú del restaurante, un nuevo concepto de servicio)

–                 Proceso (una nueva maquinaria o la implantación de un ERP)

–                 Marketing / Comercialización (comenzar a vender por Internet)

–                 Organización o gestión (cambiar los turnos de trabajo para aumentar la productividad)

Sin embargo, como explica Carlos Domingo en su libro “El viaje de la innovación”, la única realmente sostenible a medio plazo es la innovación en producto. El resto se pueden copiar en cuestión de semanas.

Para mí, qué es innovar es mucho más sencillo:

Es convertir conocimiento en riqueza

El conocimiento se obtiene de las ideas y de la I+D.

Este conocimiento se ha obtenido de la imaginación y el pensamiento.

Y se transforma en riqueza al llevarla, con éxito al mercado en forma de productos y servicios y nuevos procesos.

 

Innovar sí, pero no a bandazos

A principios de los años 90, Miguel Indurain consiguió 5 Tours de Francia consecutivos.

Era un ciclista con mucha potencia, físicamente grande y que obtenía las ventajas en la contrarrelojs. Sin embargo, era capaz de aguantar los ataques de Ciappucci, Rominger o Bugno en la montaña, mucho mejores escaladores que él.

Estos lanzaban unos ataques terribles, golpes de riñón brutales que dejaban a Induráin atrás. Sin embargo, el navarro cogía su ritmo sostenido y los cazaba, para desesperación de sus rivales que se habían desfondado en un ataque que no podían aguantar el ritmo.

En innovación (y en general en todos los ámbitos de la gestión empresarial) es fundamental la sostenibilidad del sistema y los procesos.

Los “golpes de riñón”, las acciones reactivas lanzadas para responder a una situación especial (como una subvención o que la competencia ha sacado un nuevo producto) no son efectivas.

Son como fuegos artificiales, que luego se apagan.

La organización se pone a mil revoluciones y ese ritmo no lo puede aguantar, por lo que acaba levantando el pie y volviendo a sus procesos y ritmos habituales.

Seguro que algunos de estos ejemplos te son familiares:

  • Cuando una empresa lanza un programa de innovación pero no le da consistencia en el tiempo.
  • Cuando un directivo convoca una sesión de brainstorming sin más.
  • Cuando le pedimos ideas a las personas de la organización y no damos reconocimiento
  • Cuando la Dirección dice mucha palabrería pero luego realmente no se implica y sigue apagando fuegos como ha hecho toda la vida.
  • O cuando preparamos proyectos innovadores sólo en función de las ayudas públicas disponibles.

Y podríamos seguir hasta saturar el servidor del blog….

Así que necesitamos tener muy claro qué es innovar de forma sostenible.

Y al mismo tiempo ágil.

Se trata de integrar los procesos y herramientas de la innovación en el día a día de la organización, que no suponga un sobresfuerzo en su trabajo.

Solo así llegarán los resultados, y lo más importante, se podrán mantener en el tiempo.

 

Las 5 mentiras de la innovación

Mucha gente habla de innovación. A veces sin saber o de oídas.

Así se han creado una serie de mitos, acerca de la innovación y que en muchas ocasiones hacen que los directivos no se decidan a innovar. Es lo que yo llamo las 5 mentiras de la innovación:

#1. Para innovar necesito una subvención

Muchísimas empresas se han acostumbrado a la cultura de la subvención y a realizar cualquier proyecto innovador en base a la subvención que existe.

Incluso algo tan simple como los cursos de formación, te preguntan que si se puede financiar con la Fundación Tripartita, porque si no, no se contratan.

¿Qué ha pasado? Pues que cuando se han eliminado las subvenciones públicas, las empresas han dejado de innovar. Así de sencillo.

Sin embargo, los datos demuestran que el 81% de las empresas innovadoras que lo hacen de forma sostenible utilizan capital propio. El que quiere innovar en serio, se rasca el bolsillo.

#2. La innovación es para las grandes empresas

Según el informe COTEC 2014, el 47% del gasto en innovación en España lo generan las PYMES y el otro 53% las grandes.

Y el gasto en formación en innovación, las PYMES han gastado 69 millones de euros, mientras las grandes 59 millones.

Lo que pasa es que el Banco Santander gasta 1.200 millones de euros y en volumen, no pueden compararse con una PYME.

Es una percepción y no una realidad. Cualquier empresa puede innovar, porque es sólo cuestión de actitud y metodología.

#3. La innovación es para empresas que fabrican cosas.

Hasta hace unos años (y todavía hoy en muchos negocios), se hablaba de innovación e inmediatamente se pensaba en un nuevo producto físico.

Sin embargo, como ya escribí en esta casa, las empresas de servicios tienen un recorrido espectacular en los próximos años, sobre todo en un país como el nuestro.

#4. La innovación es la solución a mis problemas de venta a corto plazo

En el momento de la “burbuja innovadora”, cuando teníamos subvenciones para pagar planes estratégicos que se quedaban en un cajón, se vendía la innovación como la solución mágica a los problemas de reducción de la facturación.

Pues es imposible innovar y mejorar las ventas a corto plazo.

Resulta que desarrollar proyectos de innovación lleva tiempo y los resultados no son inmediatos.

Si la empresa tiene un producto o servicio peor que el de la competencia y decide innovar para ser mejor, va a tardar un tiempo: diseñar el producto, encontrar la tecnología, producirlo, y sobre todo, venderlo.

Y eso no se hace en tres meses.

#5. Innovar es fácil: aplicar unas herramientas y ya está.

Seamos claros, si innovar fuera tan fácil, todas las empresas lo harían.

Sin embargo, solo el 23% de las empresas españolas han realizado un proyecto de innovación en el periodo 2011-2013.

Hay riesgo de que no se acierte con el proyecto.

Algunas ideas que, en el papel son interesantes, son inviables en la práctica. Y luego hay que gestionar personas para conseguir llevar las ideas a la práctica.

Es difícil, pero apasionante.

La innovación que se hace sin saberlo

A pesar de los grandes datos macro y los mitos, hay que romper una lanza a favor de las empresas en el ámbito micro.

Porque muchas están innovando sin saberlo.

Una empresa que lleva 25 años en el mercado, aunque no tenga un responsable de innovación o no haya conseguido una sola subvención ha innovado en su pasado.

Porque si no, estaría muerta.

Ha lanzado nuevos productos, con los cambios de sus clientes, ha cambiado sus sistemas de producción o su modelo organizativo.

Sin embargo, a menos que el fundador o CEO sea un visionario, estas innovaciones “sin saberlo” son reactivas a tendencias de mercado o acciones de los competidores. Y con un enfoque a corto plazo.

Pequeñas innovaciones incrementales con muy poco riesgo, pero necesarias para sobrevivir en el mercado. Que no convierten a la empresa en innovadora, sino en superviviente.

Así que si queremos que la empresa se convierta en innovadora de verdad, es necesario tomar 3 decisiones estratégicas, de forma gradual en la empresa:

  • Apostar por la innovación.

Definir unos objetivos, una estrategia y un plan para innovar. Establecer las condiciones mínimas para que la innovación entre en el ADN de la empresa.

  • Operar la innovación.

Considerar la innovación como un área más de la empresa, con su responsable, sus procesos, herramientas y, sobre todo, RECURSOS. Económicos y de tiempo.

  • Valorizar la innovación.

Recoger los resultados de innovación en ingresos, costes e intangibles.

Estas tres decisiones las propone el modelo de innovación de COTEC, pero yo he comprobado que son completamente reales.

 

La última barrera: la resistencia al cambio

El directivo que quiere apostar por la innovación en su empresa se encuentra con una última barrera.

La resistencia al cambio.

La suya propia, concretada por el miedo fallar, a apostar por un proyecto o una idea sin garantías de éxito. Y sobre todo cuando los resultados van bien.

Y después el de la organización. Las inercias de la empresa, el status quo, las relaciones de poder…

Es otra de las barreras que hay que superar para innovar. Y esto no se hace de la noche a la mañana.

Sino a través de un proceso de maduración y aprendizaje, que iremos viendo en los próximos artículos, para dar el salto de cambiar por reacción a hacerlo por apuesta y convicción.

Porque quieres y no porque te obligan.

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Este artículo fue originalmente publicado en Sintetia.com

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