Post escrito por Ángela Medina
El martes 5 de marzo Ángel y yo viajamos a Zaragoza para formar parte del encuentro Collaborate de Atlas Tecnológico.
La ciudad nos dio la bienvenida con una estampa imponente de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar y con unas croquetas de cabrales y arroz negro que sin duda volveré a probar en algún momento.
Como no habíamos ido solo a comer y a visitar monumentos, el miércoles a las 08:00 am nos recogió el autobús rumbo a la fábrica de Pikolin.
25 taques con distintas formulaciones dispensaban, a través de un sistema de tuberías, un líquido que pasados unos minutos se convertía en un bloque de espuma. Desde ahí hasta el colchón final, todo pasaba dentro de este lugar. ¡Fabricaban hasta los muelles!
La segunda parada del día fue Fersa Bearings, el anfitrión del evento. Puede parecer aburrido ver una nave cuyo único fin es calibrar el tamaño de una pieza, pero a día de hoy es una de las cosas que más me ha impresionado a nivel tecnológico. Sabía que el mundo de la automoción era preciso y delicado, pero ahí dentro parecía que se dedicaban a construir naves espaciales tripuladas.
Hablando de naves, la comida tuvo mucho que ver con el espacio. Mientras disfrutábamos de un menú de boda (con sus mesas redondas y todo), Ezequiel Sánchez contaba cómo la empresa ilicitana PLD Space se ha posicionado como referente europeo en el desarrollo de cohetes reutilizables.
Mientras todavía hacíamos la digestión, volvimos a Fersa LAB. Allí Sergio Martín (TVE), Pablo Oliete (Atlas Tecnológico) y Rafael Paniagua (Fersa) dieron el pistoletazo de salida de las ponencias que tendrían lugar el resto de la tarde.
Jokin Lopetegi (CAF) arrancó hablando de intraemprendimiento e innovación abierta. Su discurso se centró en la importancia de diversificar la mirada: “si haces trenes y solo lees revistas de trenes tienes un problema”.
Mirar hacia fuera, no limitarse al alcance de la corporación y formar un ecosistema, en simbiosis con otras empresas, que se adapte mejor al cambio. En definitiva, definió la innovación como una práctica para la resiliencia, finalizando su intervención con la siguiente afirmación de Jack Welch:
“If the rate of change on the outside exceeds the rate of change on the inside, the end is near.” (Si la tasa de cambio en el exterior supera la tasa de cambio en el interior, el final está cerca)
Carlos Oehling continuó en esta línea, hablando del reto de la innovación en circunstancias convulsas, reconociendo también la anticipación como factor clave. Tenemos que reconocer lo antes posible la realidad, y también dejar al equipo que arriesgue y se equivoque.
Todo lo que sé de innovación me lo ha enseñado Ángel, y en algunos momentos me dio la sensación de que él había manipulado los discursos para inyectar el germen de la innovación de forma masiva en todo el ecosistema de Atlas. Después de unas cuantas ponencias más me di cuenta de que, en mayor o en menor medida, la innovación era el pegamento que unía a todas las personas que estaban allí.
Podían fabricar rodamientos o microchips, pero todo el mundo tenía una cosa clara: innovar o morir.
Después de un descanso merecido (o más bien necesario) para reposar tanta actividad cerebral, conecté en un coloquio acerca de la cultura del cambio permanente con Juan José Hernandez (TLSI) y Alberto Aparicio (Stellantis), donde oí algo que no paramos de repetir en nuestros cursos de Innovación Aumentada: “la Inteligencia Artificial NO nos va a sustituir”.
Por muy innovador que sea un entorno, la IAG sigue dando miedo. Es normal, nosotros mismos la llamamos “la Bestia”. Sin embargo, como pasa con cualquier tecnología, lo peligroso no es la tecnología en sí misma sino el uso que hacemos de ella. Por eso en Innolandia somos tan pesados con que hay que aprender a usarla.
Para terminar el día llegó el que para mi fue el highlight de la jornada: María Jesús Sáenz, directora del Laboratorio de Transformación de la Cadena de Suministro Digital del Centro de Transporte y Logística del MIT, apareció en pantalla grande desde Boston para hablarnos de su trabajo en EE.UU., y dar alguna que otra opinión de como ve su sector en España.
Fue contundente con las administraciones y con las jerarquías, dejando claro que ambas han de ser flexibles para poder abordar procesos de cambio (en concreto la digitalizaición). Desde la rigidez no se puede experimentar.
Antes de irnos a cenar, sin haber podido digerir aun todo el contenido del día, presentaron la siguiente edición del Collaborate en Santander. Me pilla demasiado cerca de casa como para perdérmelo.
En la cena seguimos con un buen ritmo de networking aderezado con deliciosos canapés. Tengo que mencionar la especial ilusión que me hizo el de borraja. No se puede ir a Aragón y no comer borraja.
A la mañana siguiente (con madrugón incluido) fuimos al Instituto Tecnológico de Aragón (ITA), donde después de una presentación de Esther Borao (directora del centro), Felix Gil (Integra) empezó hablando del que sería el tema del día: la IA.
No es que le día anterior nadie hubiera mencionado el tema, es que ahora también estaba en los títulos de las ponencias.
Felix habló de cómo todos los datos que se recogían desde la entrada de la industria 4.0 serían el motor de la 5.0, la industria de la IA.
En la mesa redonda que le seguía, cuyo tema era la automoción, me quedo con la intervención de Ezequiel Navarro (CEO de Grupo Premo), que mientras comparaban la industria del automóvil de Europa con la del resto del mundo decía: “en Europa el sector de la automoción está liderado por mecánicos, pero debería estar liderado por ingenieros de software”
Tras una visita a las instalaciones del ITA, llegar tarde al desayuno y quedarme sin pastas, era el turno de Ángel, Eva Giner (SPB) y Marta Laso (Nippon): Inteligencia Artificial Generativa aplicada a procesos de innovación. La sala estaba llena. Escuchar a Ángel contar el proyecto de Innovación Aumentada es un gusto, pero además escuchar a Eva y a Marta hablar de cómo les habíamos ayudado a implementar la IAG en sus procesos hace especial ilusión.
Llegó la hora de despedirse, coger las maletas, irse a casa y bajar las revoluciones cerebrales. En el tren me costó acostumbrarme al silencio. Ha sido mi primer Collaborate, pero estoy segura de que no será ni mucho menos el último.