
POST ESCRITO POR JUAN SOBEJANO
Entrenar el pensamiento crítico es una habilidad básica para tí como profesional de la innovación.
Porque los innovadores seguimos un proceso estructurado para llegar a conclusiones.
Trabajamos con fuentes de información, detectamos patrones, hacemos experimentos…
En todas estas tareas, el pensamiento critico es necesario. Sin embargo, muchas veces no lo aplicamos.
Así que le he pedido a nuestro compañero Juan Sobejano, uno de los mayores expertos en pensamiento crítico del país que prepare un post en plan «Pensamiento crítico para dummies».
Al final, se le ha ido de las manos y será una serie de post. Un minicurso por escrito que iremos publicando poco a poco.
Y hoy te comparto el primero capítulo. Te dejo con el maestro Sobejano.
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Comenzamos aquí una serie de artículos en los que queremos hablar de la importancia que tiene el razonamiento correcto y consistente para la innovación.
Puede parecer obvio, pero en más de una ocasión nos encontramos con procesos de razonamiento y búsqueda de conocimiento sin la profundidad necesaria y utilizando lugares comunes o ideas antiguas que han perdido su valor y que incluso se han vuelto falsas.
Es como si no supiéramos pensar.
En estos casos los proyectos de innovación descansan sobre bases endebles que no pueden construir un edificio sólido y que a la mínima dificultad cae, sepultando tiempo y recursos dedicados a ese proyecto.
Por eso, vamos a hablar del pensamiento crítico como una herramienta clave para la innovación.
¿Qué es el pensamiento crítico?
Definiremos pensamiento crítico como razonar correctamente y de manera autónoma, gestionando las fuentes de información, siguiendo procesos racionales y buscado el conocimiento objetivo.
Veamos qué queremos decir con esto.
Razonar correctamente y de manera autónoma
Implica que vamos a buscar un razonamiento propio, no influido por agentes externos que no nos aporten conocimiento válido.
Es decir.
No vamos a dar por válido un razonamiento sólo porque quien lo dice tiene poder, por ejemplo, o nos cae simpático (te sorprenderías de las veces que esto ocurre).
En su lugar vamos a centrarnos en la construcción del propio razonamiento, utilizando fuentes externas, como ahora veremos, pero siendo nosotros los que generemos y controlemos el proceso de reflexión.
Gestionar las fuentes de información
Quiere decir que hemos de ser muy cuidadosos con las fuentes de donde conseguimos datos e información que va a alimentar nuestro razonamiento.
No todas las fuentes son válidas, y eso lo hemos de tener en cuenta.
Si busco información sobre mis segmentos de clientes no me vale un artículo de periódico que puede estar sesgado o incompleto.
Deberé buscar estadísticas oficiales o al menos validar que la información que me da el periódico es correcta.
Tengamos en cuenta que gestionando las fuentes correctamente estamos filtrando la información cierta y evitando la falsa.
Siguiendo procesos racionales
Cuando seguimos procesos racionales de acceso al conocimiento estamos centrando esos procesos en la razón, es decir, evitamos posibles influencias emocionales, mágicas o de la tradición.
Por ejemplo.
Una frase como “siempre se ha hecho así” nunca puede formar parte de un proceso de razonamiento para justificar una idea o una decisión.
Deberemos, en este caso, analizar por qué siempre se ha hecho así y si es conveniente seguir haciéndolo.
Buscando el conocimiento objetivo
Recordemos.
Lo que pretendemos es conseguir conocimiento objetivo, es decir, conocimiento sólido y que objetivamente y sin lugar a dudas es cierto y útil.
O al menos lo más cierto y útil al que podemos acceder.
El proceso del pensamiento crítico
No existe un proceso reconocido como tal de pensamiento crítico.
Es más bien una forma de enfrentarse al razonamiento utilizando algunas herramientas y principios que iremos viendo a lo largo de esta serie de artículos.
Esto es cierto.
Sin embargo, creemos interesante proponer un proceso tipo para acceder a ese conocimiento y desde el que reflexionar.
Sería este:
En este caso hay una serie de preguntas que deberíamos hacernos en cada una de las fases:
A.-Recopilación
¿He seleccionado adecuadamente mis fuentes de información?
¿He ordenado y diseñado una recogida sistemática de datos?
¿Están participando en esa recogida de datos las personas adecuadas?
¿Reviso periódicamente mis fuentes de información para mantenerlas o eliminarlas bajo criterios objetivos de utilidad y esfuerzo?
¿Adapto la recogida de datos e información cuando necesito algo concreto dependiendo del proyecto que esté desarrollando?
¿Comparo los mismos datos e información en distintas fuentes para mejorar la consistencia de estos?
B.-Interpretación y análisis
¿Comprendo el valor exacto de cada dato e información que recojo?
¿Tengo capacidad para analizarlo adecuadamente?
¿Si no es así puedo incorporar recursos (humanos o tecnológicos) que me ayuden a ello?
¿Comprendo y soy capaz de establecer las conexiones adecuadas entre datos e informaciones?
¿Soy capaz de construir conocimiento relevante y adecuado para mis proyectos de innovación?
¿Entiendo la importancia de cada dato e información en el contexto de los proyectos que gestiono, entendiendo que puede nos ser relevante para uno, pero sí para otros?
C.-Evaluación
¿Soy capaz de seleccionar el conocimiento relevante del que no lo es?
¿Entiendo que la importancia y relevancia de un conocimiento es relativo y lo que puede ser poco importante para un proyecto sí lo puede ser para otro?
¿Soy capaz de recuperar conocimiento, e incluso información, que he desechado para un proyecto, en otro proyecto?
¿Doy el valor adecuado al conocimiento, teorías e ideas que manejo y gestiono?
¿Dispongo de criterios objetivos para valorar es conocimiento?
¿Soy capaz de modificar esos criterios según qué proyecto si el proyecto lo requiere?
D.-Inferencia
¿Tengo la capacidad de crear nuevo conocimiento a partir del ya seleccionado?
¿El conocimiento que creo es lo suficiente relevante para mi organización y proyectos?
¿Soy capaz de seleccionar y separar el conocimiento de calidad del que no lo es?
¿Genera el conocimiento que creo un impacto adecuado?
¿Entiendo la importancia del conocimiento para mi organización/empresa?
¿Sé si ese conocimiento puede ser adecuadamente gestionado por mis equipos y departamentos?
E.-Explicación
¿Soy capaz de explicar el conocimiento adquirido?
¿Soy capaz de poner en común un conocimiento dirigido a la toma de decisiones?
¿Si los proyectos son colectivos, disponemos todos de los mismos conocimientos para comprender las explicaciones?
¿Si no es así, cómo lo vamos a solucionar?
¿Domino las técnicas de comunicación adecuadas para comunicar?
¿Soy capaz de analizar y comprender lo que es importante para explicarlo y comunicarlo?
¿Entiendo el impacto de mis explicaciones en mi equipo?
¿Voy a prever y gestionar adecuadamente esos impactos?
F.-Autoevaluación
¿Soy capaz de autoanalizarme o necesito alguien externo?
¿Comprendo adecuadamente los pasos y procesos que he seguido?
¿Soy capaz de descubrir las mejoras que puedo hacer?
¿Tengo la capacidad y la posibilidad de implementarlas para mejorar el proceso?
¿Tengo la suficiente humildad intelectual para reconocer mis fallos?
¿Es mi organización resiliente y me permite trabajar en esas mejoras?
Consejos para aplicar el pensamiento crítico
1.-El pensamiento crítico no es criticar.
Es valorar, controlar y gestionar adecuadamente la construcción de conocimiento.
2.-Recuerda que siempre va en dos direcciones.
Tienes que cuidar tanto el conocimiento que tú y tu equipo creáis, como el que recogéis de fuera de vuestra organización.
3.-El pensamiento crítico no se centra sólo en la fase de creación de conocimiento
Comienza con la recolección de datos y termina con la toma de decisiones, comunicación y revisión.
Todo es importante.
4.-Procura sistematizar en la recogida de datos e información, en la forma de los procesos o en la forma de comunicar.
Al principio es importante apoyarse en la forma de hacer las cosas, luego ya podremos cambiarlas si hace falta.
De este modo vamos a adquirir seguridad.
5.-No te preocupes si al principio parece un proceso o modo de gestionar confuso.
Poco a poco te irás habituando.
Recuerda que el pensamiento crítico es más un modo de hacer las cosas que un proceso estructurado y cerrado.
Es más un hábito que una metodología.
6.-Utilízalo en tus modelos de innovación habituales.
El pensamiento crítico es muy útil y natural en design thinking, service desing, lean startup, océanos azules…
Es muy fácil de integrar en ellos.
7.-Se proactivo a la hora de animar a tus equipos a utilizar el pensamiento crítico.
La capacidad de innovación de la empresa mejorará y la convertirás en una organización que aprende y mejora constantemente.
8.-Favorece la crítica y la autocrítica constructiva.
Dentro de los equipos y entre ellos, pero pon unas normas con las que evites peleas y críticas destructivas.
Las críticas constructivas ayudan a mejorar, las destructivas rompen la confianza de la organización.
9.-Propón espacios y tiempos para conversar con total libertad sobre los temas que apasionen a tus equipos.
Son magníficos ejercicios de razonamiento y debate que ayudan a trabajar el pensamiento crítico
10.-Crea conexiones entre departamentos y realiza proyectos conjuntos.
Así tendrás visiones y opiniones distintas, ajenas a los entornos más cerrados de cada departamento.
11.-Utiliza la creatividad.
Si puedes, realiza con tus equipos actividades que no tengan que ver directamente con el trabajo, pero que tengan algún componente intelectual y creativo.
12.-No castigues por decir lo que se piensa honestamente.
Pero tampoco permitas una organización anárquica.
Canaliza los comentarios y críticas a través de procesos abiertos pero claros y públicos.
Estas son algunas claves que te podrán ayudar a trabajar el pensamiento crítico de tu organización.
En sucesivos artículos iremos mostrándote herramientas, utilidades del pensamiento crítico para la innovación y cómo trabajarlo utilizando el design thinking u otros modelos de innovación.
Como decimos, el pensamiento crítico no es una herramienta.
No es un proceso fijo.
No son unos pasos que hay que seguir.
El pensamiento crítico es una forma de enfocar el acceso al conocimiento, trabajando en el
rigor durante todo el proceso y en no dejarse alterar por emociones, que las podemos utilizar
en nuestras tomas de decisiones si así lo decidimos, pero sabiendo que no han de formar parte
del proceso de reflexión racional.
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